La Actitud Positiva: ¿A quién le interesa ver el mundo gris?
El otro día tuve la suerte de poder asistir a una conferencia de Emilio Duró a la que me habían invitado. Todo lo que sabía sobre él se basaba en algunos videos vistos en internet impartidos a empresarios en los que se veía a un Emilio sublime de energía que dejaba a los asistentes sin habla con un monólogo cómico repleto de conceptos muy interesantes y bien hilados.
En cuanto recibí la invitación me emocioné muchísimo y deseoso de poder verle “en directo” me sorprendí preguntándome a mí mismo si al venir a un “sitio serio” con “gente seria” impartiría una conferencia alejada del humor que tanto le caracteriza. Pues para mi sorpresa (ninguna casualidad) Emilio explicó cómo en las grandes empresas de todo el mundo contratan a las personas valorando muy positivamente el coeficiente de optimismo del aspirante. En su dialéctica descarada y tremendamente cómica argumento que en nuestra sociedad se premia el mal humor como don de personas serias y trabajadoras y se asocia la risa, la alegría y el buen humor a vagos y maleantes. Para “rematar la faena” pidió a la sala que dijésemos en voz alta las características que nos gustarían de una persona para contratarla como contable. Entre muchísimas cosas llegué a apuntar, positivo, alegre, trabajador, buena persona, amable,….y al final alguien dijo “hombre Emilio…..también estaría bien que supiese algo de contabilidad…”. La sala estalló en risas ya que nos dimos cuenta, con ese sencillo juego, cuáles son las características que nos gustan para compartir trabajo y vida; pero la sociedad nos lleva a seguir buscando títulos, idiomas, cursos, habilidades,…..
Si llevamos todo esto a la práctica podemos destacar numerosos estudios que avalan que una persona pesimista es más “perfeccionista”……..entonces Emilio ¿para qué queremos gente positiva?. Pues precisamente porque esos mismos estudios certifican que una persona positiva es entre un 65 y un 100% más “eficaz” que la persona negativa. De ahí el coeficiente de optimismo……
¿Y si no queremos ser resultadistas? ¿para qué quiero yo ser “positivo”? Pues algunos experimentos nos explican que siendo positivo se tiene menos posibilidades de sufrir un infarto, baja el colesterol,……y lo que es más obvio ser más feliz.
Ahora es cuando el pesimista se dice a sí mismo: vaya! yo nací pesimista así que moriré pesimista…. Pues siento decir que no hay excusas. Está demostrado que todas las actitudes se pueden aprender, mejorar y perfeccionar y por supuesto depende de nosotros. Si se pueden aprender ¿a quién le interesa estar todo el día malhumorado pudiendo estar feliz? y ¿a quién le interesa ver el mundo gris si puedes decidir verlo verde, rosa o azul?
Trabajando sobre tu propia gestión emocional, creencias, diálogo interno y autoestima puedes conseguir ver el mundo del color que tú quieras. Depende de ti ya que al final, y más con el aumento de la esperanza de vida, el secreto de la vida no es sobrevivir sino saber vivir.